La mayoría de las personas que consumen sustancias adictivas no lo hacen “por vicio” ni “porque sí”. Lo hacen para sentirse mejor: calmar la ansiedad, desconectar del dolor, poder dormir, reducir el estrés, dejar de pensar tanto o simplemente para pasarlo bien y encajar en ciertos momentos sociales. Y sí, al principio puede parecer que funciona. La sustancia ofrece un alivio rápido, un respiro temporal, una sensación de control o desconexión. Pero… ¿te has parado a pensar qué pasa realmente dentro de tu cuerpo y de tu mente cuando el consumo se vuelve frecuente?
Es importante que sepas desde el principio que este texto no es para juzgarte, ni para decirte lo que tienes o no que hacer. Es para darte información clara, directa y real sobre cómo funcionan algunas de las sustancias más consumidas —cocaína, cannabis, alcohol—, y cómo afectan al equilibrio químico, emocional, y mental que tu cuerpo necesita para estar bien. Porque solo cuando comprendes lo que pasa en tu sistema nervioso y en tu equilibrio emocional, puedes tomar decisiones. No desde la culpa. No desde el miedo. Sino desde la verdad consciente.
¿Cómo afectan las drogas y el alcohol a tu sistema nervioso?
- Tu cerebro busca equilibrio
El sistema nervioso central (SNC), especialmente el cerebro, está diseñado para mantener un equilibrio químico interno llamado homeostasis. Esto significa que intenta autorregularte constantemente: tus niveles de energía, tu motivación, tu calma, tu atención, tus emociones, etc., a través de una red compleja de neurotransmisores, como la dopamina, la serotonina, el GABA, o el glutamato. Cuando todo va bien y los distintos sistemas están en equilibrio, el cerebro te permite sentir placer, calma, concentración y bienestar de forma natural. Sin embargo, cuando introduces sustancias externas en tu cuerpo, como el alcohol, el cannabis, o la cocaína, ese equilibrio se altera artificialmente.
- Las drogas “engañan” al cerebro: no regulan, sino que interfieren
Las drogas y el alcohol actúan como atajos químicos. Aunque en un principio parecen darte lo que necesitas (relajación, energía, desconexión), lo hacen engañando a tu cerebro: estimulando en exceso algunos neurotransmisores, bloqueando otros, o alterando su funcionamiento normal. Esto se traduce en que efectivamente pueden producirte un alivio inmediato. Pero esto es una regulación prestada, produciendo un cambio artificial de cómo realmente te sientes, causando que tu cerebro pague la factura después.
Efectos de algunas sustancias adictivas en nuestro cerebro:
- Cocaína: bloquea la recaptación de dopamina (el neurotransmisor del placer y la motivación), haciendo que se acumule en el cerebro. Esto provoca una sensación intensa de euforia, energía y control… pero es artificial y de corta duración.
- Cannabis: actúa sobre los receptores endocannabinoides, que regulan el estrés, el apetito, el sueño y la memoria. Produce relajación y desconexión, pero también afecta la motivación, la atención y la percepción emocional.
- Alcohol: potencia el efecto del neurotransmisor GABA (inhibidor) y reduce el de glutamato (excitador). Esto ralentiza la actividad cerebral, provocando sedación, desinhibición y una sensación de calma momentánea. Pero cuando desaparece el efecto, el sistema rebota hacia la ansiedad, irritabilidad y activación.
- El “efecto rebote”: sentirte peor cuando no consumes
Cada vez que consumes, tu sistema nervioso se desajusta un poco más. Tu cerebro interpreta estas sustancias como una interferencia externa, así que cuando detecta ese pico artificial de placer, energía o relajación, intenta compensar. ¿Y cómo lo consigue?
- Reduciendo la producción natural de químicos (como la dopamina o la serotonina).
- Desensibilizando los receptores, es decir, el SN se acostumbra a funcionar solo bajo los efectos de esa sustancia.
- Generando tolerancia, es decir, cada vez necesitas más cantidad de esa sustancia para seguir sintiendo las emociones deseadas.
El resultado es que cada vez te cuesta más regularte de forma natural. Esto explica por qué, con el tiempo, cada vez necesitas más para obtener el mismo efecto, y cada vez te sientes peor cuando no consumes: ansiedad, tristeza, irritabilidad, fatiga, vacío emocional, falta de motivación, etc. Es lo que muchas personas describen como “subidas y bajadas”, “montaña rusa emocional” o “vacío al día siguiente”.
- Tu sistema nervioso entra en modo “caos”
Cuando el consumo es frecuente o prolongado, el sistema nervioso ya no sabe cómo autorregularse bien sin esa sustancia externa. Lo que era un intento de calmarte se convierte en una causa de más desorden. Puedes notar:
- Dificultad para relajarte de forma natural
- Insomnio o sueño no reparador
- Emociones muy intensas o muy apagadas
- Pensamientos acelerados, confusos, o bloqueados
- Mayor vulnerabilidad a la ansiedad y la depresión
- Mayor reactividad emocional
- Sensación de no reconocerte a tí mismo/a
Y lo más importante: se hace más difícil conectar con lo que realmente sientes, lo que necesitas, lo que te duele o lo que deseas cambiar
Drogas y terapia: ¿son compatibles?
Cuando estás en un proceso terapéutico, lo que buscamos es que puedas entender, regular, y transformar lo que te pasa. Nuestro objetivo consiste en generar cambios reales y duraderos: entender qué te pasa, aprender a regular tus emociones, encontrar otras formas de afrontar el malestar, y reconectar contigo mismo. Para que ese proceso funcione, tu cerebro necesita un mínimo de estabilidad química, porque no se trata solo de hablar: se trata de que puedas sentir con claridad, reflexionar con profundidad, y sostener cambios reales en el tiempo.
Pero si estás consumiendo con frecuencia (ya sea alcohol, cannabis, cocaína u otras sustancias), ese equilibrio se altera constantemente y el proceso terapéutico resultará mucho más difícil. Es como intentar curar una herida mientras la sigues abriendo un poco cada día: nunca termina de cerrar.
¿Cómo influye el consumo de sustancias en tu proceso de cambio?
🧊 Anestesia emocional: cuando consumes a veces sientes menos, otras veces sientes demasiado (como una montaña rusa), pero rara vez estás en contacto con lo que realmente te pasa. Esto dificulta el trabajo en sesión, porque es muy difícil cambiar lo que no puedes sentir o nombrar con claridad.
🧠 Desorden químico: las drogas alteran los niveles de neurotransmisores implicados en el estado de ánimo, la ansiedad, el sueño, y la motivación. Eso significa que muchas veces no es que la terapia no funcione, sino que tu cuerpo está desregulado, y eso te impide ver avances o sostener los cambios.
🔁 Dependencia como mecanismo de evitación: Cuando el malestar aparece, tu cerebro busca lo que ya conoce para aliviarlo rápidamente. Si el consumo es tu principal forma de regularte, la terapia queda en segundo plano.
Entonces, ¿qué hago?
No se trata de dejar de consumir todo de golpe si no estás preparado/a. Ni de que te juzgues, te exijas, o te prohibas. Se trata de empezar a entender qué está pasando dentro de ti, cómo se relaciona tu consumo con tu malestar, y qué pasos puedes empezar a dar.
Aquí van algunas ideas para empezar:
📓 Observa cómo te sientes los días que no consumes vs. los días que sí. No solo a nivel emocional, también en energía, motivación, conexión contigo y con los demás.
🗣 Habla de tu consumo en sesión. No como una confesión, sino como una parte más de tu historia emocional. Entender por qué consumes es mucho más útil que simplemente intentar dejarlo sin comprenderlo.
🌿 Empieza a explorar nuevas formas de calmarte, desconectar o sentir placer que no pasen por las sustancias. Puede ser difícil al principio, pero el cuerpo aprende si le das alternativas reales.
En definitiva: tu cerebro puede volver a encontrar el equilibrio
La buena noticia es que el sistema nervioso es plástico: puede aprender nuevas formas de calmarse, reconectarse, disfrutar y sostenerse sin necesidad de sustancias externas. Pero necesita tiempo, repetición y nuevas herramientas que sustituyan lo que la droga venía haciendo.
La ansiedad, la tristeza, el vacío o la tensión no se solucionan con sustancias. Se entienden, se trabajan y se regulan… pero para eso, tu sistema nervioso necesita poder funcionar sin estar todo el tiempo luchando contra los químicos que entran desde fuera.
En terapia te acompañamos a construir esas herramientas:
- Respirar y calmarte desde el cuerpo, en el aquí y ahora
- Entender y poner palabras a lo que sientes
- Aprender a parar sin desconectarte
- Recuperar el placer y el sentido de vivir sin anestesiarte
En conclusión: empieza por observarte, el resto viene después
Con este texto no busco que dejes de consumir sustancias de un día para otro, sino invitarte a mirar hacia dentro. A reconocer cómo estás. A empezar a notar lo que tu cuerpo te dice cuando consumes, y también cuando no.
Porque la tranquilidad, el alivio, el descanso… no tienen que venir solo en forma de sustancia. También pueden construirse desde ti.

